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Bautista Heguy Y La Elección De Un Caballo De Polo

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Bautista Heguy Y La Elección De Un Caballo De Polo

Bautista Heguy Y La Elección De Un Caballo De Polo

Entrevista de José María Azumendi a Bautista Heguy año 1998.

Heredero de una dinastía de grandes polistas, Bautista Heguy es a los 26 años uno de los referentes más importantes para el polo argentino e internacional. Su carrera fue realmente explosiva. En 1987 fue el goleador del Primer Mundial de Polo con Handicap, organizado en Buenos Aires; en 1988, debutó en el Campeonato Argentino Abierto, en reemplazo de su hermano Gonzalo, hasta que finalmente en 1990, se puso la camiseta Nº 1 de Indios Chapaleufú, puesto que ocupa hasta la fecha, y desde el cual ha aportado para ganar junto a sus hermanos cuatro títulos en Palermo en los últimos
seis años.

José María Azumendi: ¿Cómo elegís un padrillo para tu cría y cuanta importancia le otorgás al pedrigree, la performance y la conformación?

Bautista Heguy: Lo principal y primero, según mi criterio, es que sea tipo polo, después el pedrigree, y finalmente la performance. En éste último aspecto me interesa que el caballo haya corrido unas cuantas carreras, pero no le adjudico una importancia preponderante a la velocidad. También me
interesa montarlo y comprobar que sea coordinado, con buena acción, aplomos, y de cogote ni muy largo ni muy corto, le presto mucha atención a este último aspecto. Todos los padrillos que no se encuentren dentro de estos parámetros son un motivo de rechazo. En cuanto al pedrigree entiendo un poco, pero es más lo que me divierte que la importancia que le adjudico. Pienso que lo esencial para un padrillo es que posea un lindo tipo, que sea coordinado y con buena acción y también que sea sano.

J.M.A.: ¿ En cuánto a las potrancas tu criterio de elección es similar?

B.H.: Muy parecido. En algunos casos me influye la altura, pero en líneas generales elijo al
padrillo y a las yeguas con características similares, siempre centrándome en la altura del cogote. Ocurre que de tanto montar caballos con solo verlos uno ya sabe como son y eso alcanza para rechazarlos o no. Uno sabe que una yegua petisa y con buen cogote va a salir galopando con una acción baja. En cambio una con un cogote más para arriba, tipo cisne, galopa más para arriba: en tanto, que otro que sea medio ancho de cogote corto es apurado y lineal.

J.M.A: ¿Le dás mucha importancia al tamaño?

B.H.: No soy tan rígido como para decir que si mide más de 1,57 metros las rechazó,
pero en general las yeguas altas son despegadas del piso y no andan, pero grandes y armónicas, pueden servir. En cuanto al padrillo, no me gusta que mida más de 1,60 metros, pero tampoco le doy una gran importancia a que sea petiso. Me conforma con que sea armónico y no muy despegado del piso.


J.M.A.: ¿Más allá de un descarte natural por cuestiones físicas que realizas antes de la doma, en medio de este proceso rechazas caballos?

B.H: Principalmente hago hincapié en la relación que durante años uno desarrolla con los domadores y son ellos los primeros en comentar las dificultades que presenta cada caballo. Por otra parte pienso que un caballo de polo sin condiciones va a ser muy limitado toda su vida y es incorregible. Por eso si
es un padrillo nuevo o no es hijo de una de mis mejores yeguas los rechazo para que los domadores no pierdan tiempo.

J.M.A.: ¿Cómo clasificás a los caballos recién entregados?

B.H: El primer año no realizo ninguna clasificación especial en cuanto a determinar cual va a ser para alto handicap, cual para mediano y cual para vender. Simplemente los utilizo para andar, taquear y trabajar con la hacienda. Lo que siempre hago cuando me los entregan es fijarme en la boca, cómo se acomoda para los costados, soy muy exigente de parado con el caballo, que recule bien, que salga
correctamente parado con la mano izquierda para la izquierda y con la derecha para la derecha. Tiene que ser muy malo el caballo para rechazarlo en esta etapa. Después de haber pasado la doma, a pesar de alguna dificultad, cómo mínimo le doy un año. Porque hay caballos precoces y otros
más duros pero con condiciones.

J.M.A.: ¿Qué procesos y tiempos seguís una vez entregado el caballo hasta que lo jugás?

B.H: Los caballos me los entregan en diciembre. En ese verano los ando y por ahí los juego algún
picadito en el campo. Después los largo un mes y medio, los agarro por un mes y los vuelvo a largar por otro mes y medio, así hasta que estén mansos. En los períodos que se los agarra se los juega poco y despacio en canchas chicas. En este tiempo no se puede saber cual va a ser bueno porque no
pasamos de galope y por esa razón en el primer año no se me ocurre nada, ni largar un caballo ni saber cual puede a llegar al Abierto. En el segundo año y decido cual puedo llevar a Buenos Aires, porque es remansa, y cuál no. Más en mi caso que al jugar de Nº 1 realizo más corridas largas y paro mucho menos que los demás. A los caballos que dejo en campo prefiero que se queden un año más y que tengan muchísimo polo, pero en el campo. Lo ideal es taquear y jugar algún picadito. Porque el taqueo es muy importante para que el caballo no se asuste y eso es ideal. Pero ocurre que si le damos un año de taqueo el animal se aburre. Por eso intentamos hacer muchos picados conjuntos con caballos ya taqueados. A veces pasa que meternos de entrada algún caballo que no está muy taqueado de entrada y es peligroso que le peguen algún bochazo o que se lastime la boca, porque si se asusta hay que esperarlo por lo menos dos años. Error que cometés con un caballo nuevo es
difícil que vuelva a jugar, son difícilmente corregibles, por eso es importante el proceso del primer año sin grandes exigencias.

J.M.A.:
¿Cuáles son las condiciones fundamentales para un caballo del Abierto?

B.H: Debo ser de los pocos o el único que tuvo la suerte de jugar a la Marsellesa y a la Luna, igualmente hubo otras muy buenas como Chispita, Puntito, Inga. Pero en todos los casos ninguna fue mejor yegua que la Marsellesa, porque reúne todo lo que puedas pedir. Tiene boca, velocidad, resistencia, serenidad para correr, la puede jugar cualquiera, es la yegua ideal. Se puede jugar tres chukkers, corre más que el resto y dobla más que el resto. Esto es lo ideal pero hay una, después hay yeguas que son buenísimas pero comparadas con la Marsellesa siempre les falta algo. Hacer una buena elección de caballos cuando compro es importante, pero también creo que está en mi hacer que me rindan más que a otros jugadores. Para algunos jugadores una yegua puede ser lerda y a mí me corre más. Por eso busco el caballo perfecto de manejo, aunque no sea el ideal que siempre se quiso para jugar de Nº 1, que tenía que ser ligero, que arranque fuerte de abajo, pero que de boca daba lo mismo total no era tan importante volver. En cambio a mi me gusta el caballo prolijo, y cómo se que le doy más velocidad, puedo elegir uno que aparentemente no corra tanto.

J.M.A.: ¿Cómo hacés para lograr que tengan mayor velocidad?

B.H: Esencialmente desconozco la razón. Pero siempre compruebo que esto ocurre. Tengo una idea y supongo que es la confianza que uno le hace ganar al caballo. No me tiro a pasar cuando se que
no paso y en cambio lo hago cuando se que gano, no golpeo a los caballos, no pecho casi nunca y por experiencia se que un caballo cuando le agarra un trauma por más bueno que sea hay que intentar que retome la confianza. Cuando un caballo se cansa no juega más al polo.

J.M.A.: ¿El buen caballo de polo es apto para todos los puestos?

B.H: El caballo bueno lo juega cualquiera en el puesto que sea. En el equipo nuestro al ser todos hermanos esto se da muy seguido y por ejemplo en una de las últimas finales de Hurlingham, Inga ganó el premio a la mejor yegua, y yo jugando como Nº1, la jugué en el segundo chukker y Marcos actuando como back, la utilizó en el sexto. Esto demuestra que las buenas se acomodan a cualquier puesto. Lo que si queda claro es que de Nº1 y de back se pueden disimular algunos defectos en el caballo, pero de Nº 2 y de Nº 3, no se puede engañar a nadie. En los extremos el caballo vuela y parece bárbaro, pero en el medio ese mismo caballo puede ser un desastre.

J.M.A.: ¿Qué consejo podes dar para que los jugadores jóvenes no malogren tantos caballos nuevos?

B.H: Lo principal es darles tiempo, que es la única manera de hacer las cosas bien. La parte sanitaria también es fundamental, por ejemplo darse cuenta cuando tiene un sobrehueso y no jugarla porque después no va a doblar para ese lado. Algunos creen que el caballo es como una moto que está hay parada esperando que uno se suba y no es así. Cuando el caballo se queja es bueno revisarlo antes de pegarle. Cuando un caballo nunca dio vuelta jamás lo van a hacer, pero aquel que doblaba y de repente no lo hace es por que algo le duele. El caballo no habla pero no haciendo algo que antes hacía está avisando que algo le pasa.

J.M.A.: ¿Qué embocaduras usas y porque?

B.H: Personalmente el freno no me gusta para jugar. Pero me gusta que el domador me los entregue de freno y no de levantador, porque es mucho más difícil agarrar un levantador que un freno. Además, en algunos casos el domador al no saber manejar tanto un levantador, el caballo te queda torcido. Ahora, para jugar el Abierto el freno es muy peligroso porque es muy bravo y se anda a una velocidad que al tener que sujetarlo lo rompes en la boca. En el polo mediano hay muchos caballos que se juegan con frenos y son muy buenos, pero no es recomendable para el Abierto.

J.M.A.: ¿Cuándo un caballo te comienza a hacer fuerza usas riendillas?

B.H: Personalmente las riendillas me encantan para corregir. Pero si un caballo me hace fuerza como no soy tan fuerte pongo todo riendilla y doble. La yegua mía que para con simple es muy blanda no tengo que hacer fuerza. Pero por ejemplo la Inga, que cualquiera la jugaría con un doble chico o hasta con simple, yo la juego con doble estriado y riendilla porque no tengo fuerza. Está claro que al no tener fuerza tampoco la lastimo, a otra persona ese caballo con lo mismo le duraría veinte prácticas o cinco partidos del Abierto. Cuanto uno más le ponga en la boca más va a parar, ahora si uno comprueba que con un doble chico para lo mismo que con todo lo otro que uno le pueda poner, lo mejor es dejar lo que menos daño le hace al caballo.

J.M.A.: ¿Utilizás los media luna que se habían comenzado a usar y las embocaduras de cobre?

B.H: Los media luna solo como correctores por ejemplo para un caballo que se agacha, nunca los utilizo para jugar. En cuanto a las embocaduras de cobre no les doy importancia. El que se seca lo va a hacer con embocadura de cobre, metalsito, freno y levantador, no importa lo que sea se va a secar. Se podrá estirar la secada de la boca, pero que eso va a ocurrir es inevitable.

J.M.A.: ¿En tu caso que jugás tanto en el exterior encontrás diferencias entre los caballos para jugar en la Argentina y los que se necesitan para jugar afuera?

B.H: Un caballo bueno afuera es un corcho de lujo. Como así jugué también caballos que no vinieron nunca a la Argentina a jugar el abierto pero que eran espectaculares, comparables a las mejores yeguas que haya probado. Ocurre también que esos caballos uno los está jugando en 26 goles, nada que ver con el Abierto. Por eso me ha ocurrido de jugar en Buenos Aires algunas yeguas muy correctas y fáciles, pero sin velocidad final, que las utilizas para completar ocho chukkers, y que luego se destacaron en los Estados Unidos. Uno afuera necesita caballos fáciles y muy correctos porque está todo el tiempo con la bocha, igualmente se encuentran caballos muy buenos y en los Estados Unidos e Inglaterra se ha mejorado y se están haciendo muchas yeguas puras que también tienen categoría para jugar en la Argentina. Este año por ejemplo, traigo dos yeguas para el Abierto que son inglesas.

J.M.A.: ¿Qué resultado les ha dado el transplante embrionario?

B.H: Como todas las crías hay de todo y mas malo que bueno. El que piense que de su mejor yegua y un padrillo probado sale un caballo excelente es porque no sabe de cría. Lo más positivo es que se acortan los tiempos. Nosotros de los cuatro con que comenzamos pasamos a dieciséis y luego a veinte. Pero recién esta temporada vienen a Buenos Aires dos caballos de los cuatro con los que nos iniciamos y para saber si llegan al Abierto habrá que esperar dos o tres años más, a pesar que tienen muchas condiciones similares a las de las madres. Yo seguiré con transplantes porque adelantás mucho tiempo.

J.M.A: ¿Qué consejo le darías a los jugadores y criadores jóvenes?

B.H: Criando que se den tiempo y hagan las cosas bien. En las compras que no busquen un avión a chorro ni el rechazo de alguien para tratar de ponerse a corregir, y que vayan al caballo bien fácil y después de tres o cuatro años que busquen al caballo correcto y perfecto de boca de una buena cría o de una pura que seguro termina corriendo y con eso se llega a jugar al Abierto. Al menos eso es lo que hice yo. Les diría que busquen la yegüita linda y correcta, que con eso se llega. Si jugás todos los días caballos sin condiciones, no te das cuenta cuál es el que está bueno. A los jugadores, que sean muy autocríticos con sus caballos y estén siempre pensando en mejorarlos, y a los criadores que tengan siempre más de un padrillo y que nunca usen el mismo más de dos años seguidos, para evitar tener muchas generaciones de un padrillo que no da.

José María Azumendi