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DEL CABALLO CRIOLLO AL POLO ARGENTINO

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DEL CABALLO CRIOLLO AL POLO ARGENTINO

Como es lógico pensar, la Raza Criolla marcó el comienzo de lo que es hoy el famoso polero argentino, pues en cada palenque había muchos ejemplares y hasta fueron exportados a Inglaterra, atraídos por su alzada, mansedumbre y resistencia. Es importante recordar nombres de algunos de esos criollos que sobresalieron en este deporte, de aquella época: “Sandow”, “Slavin”, “Luna” y “Langosta”, jugados por los hermanos Miller en la final de la Champion Cup de Inglaterra en 1897, pudiéndose también observar en fotos de época anteriores a 1900 a jugadores montados en ejemplares de esta raza.
Pero el sangre pura de carrera tuvo su gran influencia. A pesar de que el primer animal de esta casta ingresado a nuestro país fue la monta del general Beresford, (1806) derrotado en las invasiones inglesas, su padrillo le fue vendido a Francisco Almeyra. El segundo ingreso recién data de 1852, es decir 23 años anteriores al inicio del deporte, con los  llegados accidentalmente, “Elcho” y “Bonnie Dundee”, al encallar un barco en el Río de la Plata. Desde ese año y ante la gran aceptación,  prosigue la introducción de esta raza y de sus mestizos. En 1873 Shennan y Krabbe importaron desde Inglaterra a “Satan Stoe”, de gran pedigree, como padrillo de la cabaña “Negrete” y no es coincidencia de esto, que en esa misma estancia de Ranchos se jugara el primer partido de polo registrado en el país, el 30 de agosto de 1875.
La mestización del Criollo con el Pura Sangre de Carrera dio origen al famoso caballo de polo argentino, al comienzo con un 50% de cada sangre aunque con el correr de los años se diluyó la primera al cruzarse en forma absorbente con la segunda, obteniéndose así animales que llamaron la atención, al ser más veloces, vivaces, resistentes y también por su alzada, teniendo el éxito esperado. Esta raza,  posteriormente se llamó  “Anglo Argentino” hoy “Silla Argentino”, producto de esta  cruza absorbente. En la exposición de la Sociedad Rural Argentina en 1875, concurrieron varios ejemplares; por lo tanto ésta fue la raza que dio origen al hoy Caballo de Polo Argentino.
Esas manadas de yeguas mestizas, como se las llamaba, seleccionadas por tipo, fueron poblándose con el correr de los años, con madres ex jugadoras  y utilizando como padres el SPC elegidos por pedigree y conformación, pero desconociendo su docilidad.
Con esta selección y cruzamiento absorbentes con pura sangre se avanzó mucho en el caballo de polo, pero sin registros genealógicos. Alberto Pedro Heguy (10 goles de hándicap y 17 veces Campeón Argentino), un estudioso, observador y entusiasta en la materia, fue el primero en orientar a los criadores, publicando una listado de sangres dentro de los SPC, en donde las clasificaba en reconocidas, probables y poco probables, basándose en la cantidad y aptitud de hijos jugadores que llegaban a competir en las canchas como animales destacados.
Las manadas de yeguas mestizas, seleccionadas por tipo y aptitud, cruzadas con padrillo Pura Sangre de Carrera fue el común denominador de todos los criadores.
Durante muchísimos años y debido a la gran demanda de excelentes yeguas desde el exterior, se produjo una sangría de estos  pedigrees poleros, que puso en peligro el prestigio de nuestros caballos. Felizmente por la repatriación de muchas y por la transferencia embrionaria, esta sangría finalizó y podemos decir que gracias a esta técnica reproductiva, podemos lograr una cantidad muy importante de descendientes de una misma yegua, desde el momento que se le conoce su aptitud para el juego. Sin exagerar  marcó un hito importante en la cría de polo, teniendo como ventajas, además de la mencionada, que cada gran yegua pueda tener 3 a 4 hijos por año y con la posibilidad que esos hijos sean  de diferentes padres.
Hoy con la clonación, técnica probada con éxito, es un avance más en perpetuar pedigrees ya existentes aunque se deberá esperar si tal método reproductivo será tan exitoso como la transferencia embrionaria. El tiempo será testigo de ello.

LA RAZA POLO ARGENTINO

La etapa contemporánea de la cría en Argentina comenzó en 1984 con la fundación de la Asociación Argentina de Criadores de Caballos de Polo y la creación de la raza Polo Argentino, cuyos registros lleva la Sociedad Rural Argentina. Esta iniciativa se le debe a un grupo de entusiastas criadores que vieron la necesidad de ponerle nombre y apellido a este equino criado desde el siglo XIX en Argentina. A partir de ahí se puede conocer la genética de los animales inscriptos y seguir las líneas más productivas por aptitud. Se observa en remates, exposiciones y en las canchas, que en la genealogía de estos productos, existen abuelos/as y hasta bisabuelos/as jugadores y muchos en el polo de alto handicap. Este gran salto en la cría del caballo de polo lo dieron esos visionarios criadores, que  crearon esta raza, que como aquel Sangre Pura del Reino Unido, solo se hizo en base a la mestización, la consanguinidad entre los ejemplares sobresalientes de la misma familia y muy especialmente la selección funcional.
La misma comenzó en aceptar las yeguas mestizas de las manadas existentes y grandes productoras de este tipo de caballos, que por tipo se la aceptaba como fundadoras de cada cabaña. Con los padrillos Sangre Pura de Carrera sucedía lo mismo. Al mismo tiempo se registraron como puras las yeguas jugadoras en cualquier hándicap.
Los productos de esta mestización se los consideraba puros de pedigree, tanto hembras como machos, castrados o enteros. Con el correr de los años estos machos enteros pasaron a ser junto al Pura Sangre de Carrera padres de manadas.
La última etapa para registrar animales de pedigree, fue solo en aceptar hijos de yeguas jugadoras registradas y padres Pura Sangre o Polo Argentino, ya no más por tipo.