Inicio Columnistas HISTORIA DEL POLO-PARTE I

HISTORIA DEL POLO-PARTE I

0
HISTORIA DEL POLO-PARTE I
EL ORIGEN DEL POLO

Descubrir el verdadero origen del polo no es sencillo y hasta imposible. Recorriendo la literatura  nos encontramos con teorías contrapuestas, pero podemos llegar a la conclusión que hay dos de ellas que se acercan a lo real, aunque distantes en los orígenes. De lo que no se puede dudar  es del origen asiático: si es el “pullu” o “pulu” tibetano o el “chaugan” persa. Las dos primeras expresiones provienen del nombre que le daban a la madera de sauce, con que se fabricaban las bochas o pelotas; la segunda significa en persa bastón, palo o martillo.

Las teorías que se acercan a la realidad son aquellas que sostiene que China es el país donde se origina, en los siglos VI y VII antes de Cristo durante la dinastía  Tang y la otra que afirma que fue en Persia, donde las referencias más concluyentes datan del siglo X de nuestra era.

La primera de ellas, fundamentada por varios autores, nos dice que el conocimiento del juego provenía de los mongoles, raza de excelentes equitadores tanto hombres como mujeres.

El Dr. Larifer afirma en su libro que el esplendor del polo en China ocurrió en los siglos VII y IX de la era Cristiana, relatando que el emperador Mut-Sung (821-824)  murió por las heridas recibidas durante un partido y que su hijo y heredero fue asesinado por un oficial, por su predilección por el polo, que lo alejaba de sus funciones de soberano. Wu-Stung (841-846) ascendió a general por sus virtudes como polista. Además afirma que los chinos seleccionaban entre sus oficiales para cargos importantes, a aquellos más diestros en el juego o como el príncipe Ning, que renunció al trono  prefiriendo montar y competir en las canchas.

La pintura y escultura de la época nos proveen también de documentación fehaciente. En un cuadro está reproducido el emperador Wing-Huang y  su esposa Yan-Kue-Fei, famosa equitadora y jugadora y una escultura en terracota de mitad del siglo VIII, expuesta en el Museo Nacional de Arte Asiático, Guimet, muestra a una mujer china como jugadora; por lo que el polo femenino, hoy tan difundido, se remonta también a aquellos remotos años.

La teoría persa afirma que desde allí fue llevado al Imperio Amarillo, pasando por Turkestán y la India. Las referencias más convincentes datan del siglo X: un poeta de la época narra y detalla el juego en la corte del sultán Mahmud de Ghuzni.

En la obra de Jorge Manwaring “The aventures of the three Sherleys”, se relata un viaje de Sir Antony Sherley y sus hermanos a la Mesopotamia, en el 1.500, donde fueron agasajados por el rey Abbs quien los invitó a admirar el deporte nacional. Cuenta el historiador que el juego se desarrollaba en un campo liso y llano de unos 10 acres (4 hectáreas), con doce jinetes separados en seis por bando, llevando cada uno un mazo delgado y en unos de los extremos una madera en forma de martillo con la que pegaban a una bola.

Los primeros datos del polo en la India datan del 1.200, con la anécdota de que el sultán Kutub-ud-Din-Aibak murió por las  heridas recibidas en el partido.

Machamed Akbar, emperador mongol apodado “El Grande”, luego de reconquistar el Valle del Ganges y toda Indochina, fue el gran precursor, cultor y difusor del polo en su corte de Delhi y dictó un código como reglamento.

Como se podrá apreciar, ambas teorías son válidas, aunque es imposible determinar si de Persia fue llevado a la China o viceversa.

Héctor Martelli